EL PARC GÜELL


Si Gaudí es hoy un arquitecto reconocido internacionalmente hemos de agradecérselo en buena parte, a su mecenas, Eusebio Güell, quien le permitió trabajar sin ningún tipo de limitaciones. La intensa relación entre Gaudí y Güell llega a su punto culminante entre 1900 y 1914 cuando se construye lo que Eusebio Güell pensaba iba a ser un buen negocio: una urbanización privada de unas 90 edificaciones en la ladera de la “muntanya pelada” de su propiedad, integradas en plena naturaleza en una época en la que la ciudad ofrecía graves dificultades a una vida de calidad a causa de las pésimas condiciones higiénicas que provocaban periódicas y terribles epidemias. Afortunadamente para nosotros, el negocio del conde no funcionó y sólo se construyeron dos viviendas. El jardín que debería ser privado, quedó sin inquilinos y, a la muerte de Güell, el Ayuntamiento adquiría los terrenos y en 1926 abría el Parc Güell como jardín público.


El trabajo de Gaudí y su equipo se concentró en los accesos y vías de comunicación en el interior del parque y espacios destinados a la comunidad de vecinos, dejándonos algunos de los rincones más emblemáticos de la ciudad donde se hace difícil establecer los límites entre naturaleza y el arte.


Una visita al conjunto nos permite descubrir los bellos rincones: el turó de les menes, el muro de cierre y los pabellones de entrada, la escalinata con el popular dragón o salamandra, el templo-mercado con sus columnas o los tres viaductos. Un paseo por el parque nos permite conocer la sensibilidad y el gusto de los hombres que lo hicieron posible.

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